miércoles, 17 de abril de 2013


SEMBLANZA DEL PROFESOR TORRENT

Un conjunto de alumnos del profesor Torrent, liderados por Jesús de la Villa, Catedrático de Universidad de Filología Griega,  editó un libro en su homenaje titulado DONA FERENTES.


Uno de sus capítulos, escrito por Francisco Rodríguez Menéndez, contiene esta magnífica semblanza.


Timeo Danaos et dona ferentes es una frase latina de la Eneida de Virgilio (libro II, 49). Significa «Temo a los dánaos (griegos) incluso cuando traen regalos».
Esta frase tiene su origen en la mitología griega, y más concretamente en la guerra de Troya. Es un error común traducirla como «Temo a los griegos y traen regalos», «Temed a los griegos y a los regalos que traen» o «Cuidado con los griegos que traen regalos», pues aunque et significa 'y' en latín, en este caso et es una síncopa de la palabra etiam, que significa 'incluso'.
En el texto original se escribió ferentis (con i larga) y no ferentes, pero esta segunda escritura era más común y más clásica, por lo que normalmente es la más utilizada cuando se cita esta frase. (nota de V. Ramos)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

4 comentarios:

  1. Yo también fui alumno de Francisco Torrent unos años antes que tú y, no comparto completamente la visión que tú tienes de ese señor. De él aprendí a no hacer dos cosas: La primera es no gastar bromas a una persona que se encuentra circunstancialmente en un plano de desigualdad con uno mismo. Eso vale para el ámbito docente como para el laboral. Jamás gasto una broma a ninguno de mis colaboradores, recordando la poca gracia que me hacían las bromas de Torrent, tanto las dirigidas a mí como a mis amigos. Las bromas sin posibilidad de respuesta ni refutación no son propias ni de un hombre valiente ni de un caballero. La segunda es no segregar nunca a un grupo, en cualquier entorno, despojándole de su "derecho de ciudadanía" Es lo que él hacía a la mitad de sus clases cuando le tocaba dar clase en el año en el que el latín era asignatura obligatoria. Les preguntaba un par de veces y si no respondían bien, en lugar de motivarles les tenía de público para sus bromitas y, al final del curso, les suspendía, por supuesto. Un buen profesor es el que consigue motivar al estudio de su asignatura a personas en principio no motivadas. Había en el Ramiro de Maeztu docentes mucho más sutiles que conseguían eso sin hacer tanto kikiriki.

    Personalmente no tuve mayores problemas en aprobar esa asignatura con él, pero creo conveniente dar mi visión alternativa. Saludos.

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    1. Estoy por completo de acuerdo contigo.No tengo ni idea de cómo pude aprobar en septiembre el latín, pero desde luego no fue con la ayuda de Torrent, que sólo se dedicaba a los "buenos", dejando a la morralla ahí tirada como esos plásticos, trozos de cuerda y plumas de gaviota que a veces se ven en los puertos. Te consideraba en "orsay" (sic) si no habías aprobado el examen y lo bueno de eso es que apenas te molestaba durante la clase.

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  2. "Vicedecano Txomin": Soy Rafael Gª-Fojeda de la Promoción 64. Estuve el pasado 29 de Enero en el acto de homenaje. Me gustó mucho tu intervención y, ahora, acabo de leer tu artículo sobre el profesor Torrent. Yo no le conoci; tuve en Latín a D. Antonio. Pero, de tus palabras sobre D.Francisco se desprende fácilmente su categoría docente y personal. Aunque te quedaras solo en su clase, debió de ser muy gratificante, a la par que difícil, ser alumno suyo; sin embargo, creo que los profesores que son rectos y saben enseñar son los que dejan mejor recuerdo pasado el tiempo aunque a los 17 años no somos capaces todavía de una valoración objetiva de las personas. Enhorabuena por el artículo y por tu distinción.

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  3. Buenas noches. Soy José Luís Aranda, y mi recuerdo del ínclito "papa Torrent" es indeleble, al punto de que sin haber tenido nunca más contacto con la asignatura fuera de la lectura de breves textos jurídicos, aún declino y conjugo con soltura, recuerdo los deponentes, y retengo un caudal de vocabulario suficiente para manejarme cuando es menester...
    Mi opinión sobre el magister es agridulce.
    En efecto, enseñaba a sangre y fuego, y tenía un peso personal envidiable. Recuerdo a la profesora de filosofía que le precedía en el horario volver a por un libro olvidado al aula para comprobar que la población se había triplicado¡¡¡
    Y era endemoniádamente divertido e imprevisible: un día irrumpió en clase de otra asignatura tras dar una ojeada al encerado , bramando como un poseso que quién era el depravado que había escrito "aquello" Una sóla frase en mayúsculas "MAÑANA A LAS 12.30, EXAMEN DE INGLES".
    Sostuvo la tensión hasta que el delegado de clase asumió la fechoría, descontando su expulsión... Y se hizo la luz acerca del resultado de la falta de acentos (tildes los llaman ahora...).

    Y es que la anécdota anterior no se entiende bien sin la otra cara de la moneda: si hubiera ido en serio, uno podía darse por muerto académicamente, y el homenajeado sabía explotar ese miedo de una forma más que cruel.

    Mi cómputo final es positivo, mucho, aún afectívamente, aún habiéndome gastado una de las suyas que afectó seriamente a mi CV (se negó a darme el sobresaliente que reconoció que me merecía por no haberlo hecho todo lo bien que según él podía, bajándome la media del curso del previsto SOBRESALIENTE a NOTABLE; y sostuvo su negativa a pesar de los mil intentos de hacerle ver lo injusto y perjudicial de la decisión. Al fin, un SOBRE que nunca me hubiera servido para nada pero que era mío, qué demonios)

    Un saludo a todos los que compartieron la experiencia.

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